Cada cosa en su lugar
Hoy he tenido un mal día de playa. Estaba con mis hijas en las pozas cuando he visto a un niño con un redeño. Como cada vez que veo esa estampa, me he acercado a ver qué hacía. Tenía junto a él un cubo lleno de cangrejos, quisquillas y pequeños peces. He estado hablando un buen rato con él enseñándole cosas sobre los bichos que había capturado. Después le he contado lo importante que es que vuelvan al sitio donde les había capturado y me ha dicho que antes de irse lo haría. También le he contado lo que pasa si les deja mucho tiempo en el cubo al sol y que lo mejor sería después de observarlo directamente devolverlos a la poza. Aún así ha preferido tenerlos en su cubo, como el día estaba nublado no he insistido más.
Cuando se estaban preparando para irse de la playa le he preguntado si había devuelto los bichitos al mar, sin mirarme a la cara su madre rápidamente me ha dicho que sí, que solo se llevaban un cangrejo de río porque se come y el niño me lo ha enseñado desde lejos. No era un cangrejo de río lógicamente, ¿lo qué era? No lo sé.
Un poco triste y frustrada he seguido jugando con mis hijas cuando se han puesto junto a nosotras otra familia con tres hijos que también venían con sus redeños. Al cabo de un rato han venido de la poza con varios alevines de pez y un cangrejo y sus padres les han vitoreado por su hazaña y uno de ellos le ha contado a sus amigos que la semana pasada estuvo en las pozas de Langre y cogió un pulpo pero que al subir estaba la guardia civil y lo tuvo que tirar acantilado abajo… Más tristeza.
Cuando esta familia abandonaba la playa una de las niñas se llevaba al cangrejo en su cubo. No he podido quedarme callada. Le he dicho que su casa está aquí y que debe dejarlo donde lo encontró. Su respuesta ha sido de malas maneras que sus padres le dejaban llevárselo. Yo le he explicado por qué era mejor que lo devolviera a su hogar y ella me insistía que era sólo uno y que quería llevárselo. Aún así le he intentado hacer ver que si todos los niños se llevarán uno no iban a quedar para disfrutar de verlos la próxima vez que viniera a la playa. Su madre ha oído el final de la conversación y sin mucho interés le ha dicho a su hija que le esperaba en el coche que fuera a tirarlo a la poza. Cuando se han ido me he acercado con mis hijas a un hoyo que habían cavado y ahí mi hija ha encontrado los dos alevines de pez muertos. Se ha entristecido mucho, yo también.
A los padres les diría que cuando regalamos un redeño debemos enseñar a hacer un buen uso de él. Yo también tuve uno y explore, capture, observé pero siempre devolviendo todo a su lugar.
Hoy me voy a la cama con un mal sabor de boca